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La carrocería es muy importante, es lo que más se aprecia de todo el trabajo de restauración. El motor puede andar a duras penas, el diferencial apenas llevar el auto adelante, pero con la imagen con la que se quedará la gente es con la de la carrocería de nuestro auto.

De la misma manera que hasta ahora nos fue de mucha ayuda el libro de Servicio Ford, para los temas de carrocería, tapizado y capota, se torna imprescindible el libro de Bruce McCalley, "Model T Ford", donde podremos encontrar detallada cada parte de la carrocería, con profusidad de fotografías y comentarios.

Difícilmente podamos hacernos cargo de la restauración de la carrocería, excepto que seamos buenos chapistas o pintores, por lo que es muy importante la elección de la gente que se hará cargo de la tarea. Personalmente no me considero un descubridor de talentos, por lo que me inclino por elegir a la gente que me recomiendan conocidos a los que les han hecho un buen trabajo. En Córdoba, un referente en este tema es Ricardo Avellaneda.

Primeramente deberemos encarar el tema de la chapa, reparando todos los "cánceres" producidos por el óxido.

El acero al vanadio usado por Henry en estos autos hace que, excepto el caso de que hayan estado por mucho tiempo a la intemperie, podamos reconstruir la mayor parte de las piezas afectadas por óxido. Este aspecto diferencia notablemente a los Ford de la competencia y explica porque existe una proporción mucho mayor de Fords funcionando después de tantos años.

Además de las reparaciones, seguramente deberemos eliminar las secuelas de las "manos negras" que puedan haber modificado algunas partes de la carrocería. Algo muy común es tener que eliminar las perforaciones del tablero que fueron hechas para agregar interruptores, indicadores, etc. o en los vanos de las puertas, para fijar soportes modificados de cortinas, etc.

Cuando tengamos lista la chapa, es hora de la madera. Si la carrocería es abierta (touring o roadster), este aspecto tiene mucho menor significación que en el caso de los cerrados (sedan y cupés). Mientras más moderno es el modelo, menos madera intervino en su construcción. Las piezas deterioradas o quebradas deberán ser reemplazadas, existiendo siempre la posibilidad de adquirirlas nuevas.

Una vez renovadas, es muy importante preservar la madera de sus peores enemigos: hongos e insectos. Para ello existen muchos productos, uno muy bueno es de Celocrom: Lazur Danzke. Con este líquido deberemos saturar todas las maderas aún antes de un acabado final como barniz.

Terminada la chapa y la madera, le toca el turno a la pintura.

Antes de pasar a los tipos de pintura tocaremos el tema del color, aspecto al que la mayoría de nosotros le dedicamos la mayor importancia. Y acá nuevamente se nos presenta el dilema de la originalidad versus nuestra preferencia. Como sobre gustos no hay nada escrito, no comenzaré yo a hacerlo, por lo que me concentraré en la originalidad, cuya observancia es tan simple como el auto que nos ocupa, sobre todo para los modelos que son la gran mayoría en nuestro país, posteriores a 1914. A partir de ese año puede elegir el color de su preferencia, siempre que sea negro, como decía don Henry, argumento que perduró hasta 1925. Los modelos 26 y 27 (refinado, como se los denominaba en los concesionarios) podían ser al comienzo del 26 negros, verdes(Channel green) o borra vino (Windsor maroon), más tarde, a finales del 26 y el 27, se cambio la pintura por piroxilina y se agregaron el azul (gunmetal), marrón (Phoenix) y dos variaciones del gris y verde.

Sobre el tema de colores en estos últimos modelos hay muchas versiones. Investigaciones minuciosas como las de Bruce McCalley dejan abiertas dudas respecto del momento cuando comenzaron a usarse los distintos colores y sobre que modelos. Mi auto, un 26 de los primeros, vino pintado originalmente color Windsor Maroon (al restaurarlo lo pinté color negro, por considerarlo más apropiado a un T), cuando en catálogo aparece como color único para las carrocerías abiertas el negro, siendo de color solo los modelos cerrados, Windsor Maroon para los sedan cuatro puertas y verdes las cupe y los tudor.

Otro tema es a que color nos referimos con la denominación "Channel green" o "Windsor Maroon". Las pinturas y esmaltes de la época tenían una pobre calidad, lo que provocaba la rápida pérdida del color original y su oscurecimiento por el paso del tiempo, a tal punto de que a los pocos años, era difícil distinguir estos colores del negro.

Por último, están las combinaciones de colores con las llantas de metal y el fileteado sobre las carrocerías.

Para el tema de colores recomiendo leer los resultados de la investigación a la que hacía referencia, en las pags. 444 y 445 de la obra citada.

Deberemos usar la pintura que otorgue el acabado más parecido al original. Las pinturas acrílicas actuales son muy buenas, pero tienen un acabado tipo "piel de naranja". Este problema se soluciona con el bicapa, aunque su terminación excelente es inimaginable para la época en la que pintaron por primera vez a nuestro Ford.

Lo más indicado y que aún se consigue, es la pintura nitrosintética, con varias manos (más de 8), recomendándose sacar el auto del taller de pintura para hacer tapizado y capota (si corresponde) sin la última mano y sin pulir, para terminar el trabajo una vez finalizado todo el trabajo de restauración sobre el auto y evitar raspones o abolladuras sobre la superficie ya terminada.

 

Brillos

La austeridad de los T los negaba, por lo que muy pocas piezas fueron niqueladas en los modelos abiertos: tazas, caja de dirección y tapa de radiador. Los modelos cerrados incluían piezas del interior como manijas y otros accesorios. En los modelos refinados(26 y 27) se agregaron, en carácter de opcionales, la máscara del radiador, aros de faros, tablero y algunas pequeñas piezas, lo que permite optar por esta terminación, asumiendo esta opción, por más que nuestro auto en particular no lo haya traído originalmente. Siempre debemos recordar que el acabado que debemos darle es el niquelado, ya que el cromado no existía en esos años aún.

Cuidado especial se debe tener con los espejos de los faros, ya que de su brillo dependerá la intensidad de la luz de los mismos, que muy bien niquelados, deberán ser cuidadosamente limpiados, dado lo sensible de este tipo de baño a las rayaduras.

 

Burletes y colizas

Al restaurar la carrocería no debemos olvidarnos de las juntas, colizas y burletes, los que seguramente deberemos adquirir nuevos. Aún en carrocerías abiertas, el hecho de respetar la originalidad de los burletes, por ejemplo los de parabrisas, nos otorgarán la seguridad de que no nos mojaremos aún bajo una lluvia intensa. También es importante respetar los topes de goma que impiden que las puertas hagan ruido al andar. Ya que nos referimos a las puertas, atención especial requieren las cerraduras y las bisagras. Las cerraduras pueden repararse rellenando piezas que se hallen desgastadas y también es posible adquirir nuevas. Las bisagras solo requieren el recambio del perno, si está demasiado gastado y el ajuste correspondiente.

 

Piso

Muy posiblemente debamos reemplazar el piso del auto, tarea relativamente fácil si contamos con las chapas de los pedales o las reemplazamos por nuevas.

 

Tapizado

Los materiales actuales reemplazan siempre con ventajas a los originales. En el caso de las carrocerías abiertas se usaba un símil cuero, mientras que en los cerrados se usaron géneros más finos y de distintos colores. En este último caso debemos averiguar el que correspondía a nuestro modelo y una buena fuente es el citado libro de McCalley. Allí también podremos averiguar y apreciar con fotografías los distintos dibujos de los tapizados (franjas, diamantes, con o sin botones, etc.).


Al encargar el tapizado deberemos hacerlo también con las alfombras y, para los modelos con capota, las cortinas. Para las alfombras no hay mayores indicaciones, siendo las de goma entelada las que más se parecen a las originales, aunque estas llevaban la marca grabada en relieve, algo muy difícil de lograr a menos que se opte por comprar una nueva. Las cortinas varían en su forma pero debe respetarse su sistema de fijación, el que variaba sobre todo de acuerdo al marco de parabrisas que tenía el modelo.

 

Capota

Descontando de que tenemos convenientemente restaurado el armazón de la capota, algo relativamente simple si contamos con las piezas metálicas, ya que las maderas son relativamente fáciles de copiar, la decisión más importante es el material con el que realizaremos la nueva capota. Existe una variada oferta al respecto.

 

Instalación eléctrica

Es relativamente fácil dada su simplicidad. En este caso, si deseamos mantener un mínimo de originalidad, deberemos adquirir el ramillete de cables nuevos, ya que es muy notable y desmerece nuestro trabajo el utilizar los cables modernos de plástico para la tarea. Al encargar los cables, asegúrese de poseer todas las fijaciones para los mismos, las que son de muy bajo precio pero permiten un acabado perfecto de la instalación.


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